ORACIONES DE PETICIÓN, ALABANZA Y ACCIÓN DE GRACIAS

 

Alma de Cristo

 

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

no permitas que me aparte de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme.

En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Ti.

Para que con tus santos te alabe.

 

Oración del incienso

 

Oh Rey de la Paz, danos tu Paz y perdona nuestro pecados. Aleja a los enemigos de la iglesia y guárdala, para que no desfallezca.

Emmanuel, Dios con nosotros, está entre nosotros en la gloria del Padre y del Espíritu Santo.

Bendícenos y purifica nuestro corazón y sana las enfermedades del alma y del cuerpo.

Te adoramos, oh Cristo, con el Padre de bondad y con el Espíritu Santo, porque has venido, nos has salvado.

 

Te Deum (alabanza)

 

A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos.

A ti, eterno Padre, te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran.

Los querubines y serafines te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.

Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza el glorioso coro de los Apóstoles, la multitud admirable de los Profetas, el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra te proclama:

Padre de inmensa majestad, Hijo único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo, Defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

Tu eres el Hijo único del Padre.

Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el reino del cielo.

Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre.

Creemos que un día has de venir como juez.

Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus santos.

Salva a tu pueblo Señor, y bendice a tu heredad.

Sé su pastor y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos y alabamos tu nombre para siempre, por eternidad de eternidades.

Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado.

Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

En ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre.

 

Benedictus (acción de gracias)

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos Profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas  y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Acción de gracias

 

Te damos gracias por todos los beneficios, Dios Todopoderoso, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 

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